¡Se necesita poco para ser feliz! Y si a todo el mundo le gustara Murielle Marcenac, tal vez el mundo sería un poco menos triste. Esta florista que se niega a estropear sus artículos no vendidos ha optado por la solución más emotiva y lógica: donarlos al personal de enfermería del hospital de Perpiñán. No va a solucionar la crisis sanitaria pero se respira bondad para que se sienta bien!
Un stock de flores fuera de uso
Las floristerías se encuentran entre los pequeños comercios más afectados por la crisis sanitaria y las medidas de confinamiento adoptadas por el gobierno. Obligada a cerrar las puertas de su empresa Marcenac Fleurs, la Sra. Marcenac no sintió pena por sí misma, sino todo lo contrario. En HuffPostexplica que la idea de ofrecer las flores a los cuidadores del hospital fue su forma de no llorar por su destino.
El 2 de noviembre floreció los coches del personal de enfermería del hospital de Perpiñán, cubriendo los parabrisas con unos 400 ramos de flores. Sobra decir que su acción fue aclamada en las redes sociales.
¡Y aún quedan muchos artículos sin vender para vender!
¡Muriel Marcenac no piensa quedarse ahí! La florista de gran corazón pretende repetir la experiencia en otros hospitales de la región a lo largo de la semana. Sí, porque la triste realidad que acompaña a este formidable gesto es que su stock de productos sin vender ya punto de agotarse es bastante considerable.
Un pensamiento para todos los «pequeños» comerciantes en estos tiempos complicados.