Un objeto trivial de todos los días que se vuelve completamente loco y piensa que es el diablo, ¿qué sucede? Un investigador de seguridad informática se planteó seriamente la pregunta y decidió intentarlo con una máquina de café inocente.
¡Sin rescate, sin café!
No es una primicia, los objetos conectados son puertas abiertas para los piratas informáticos. Martin Hron nos lo recuerda una vez más mostrándonos las consecuencias de instalar un ransomware en su cafetera. Ella se niega a cumplir su misión hasta que se haya pagado un rescate. Atención, estas imágenes pueden perturbar:
Wi-Fi, ¡la puerta abierta al diablo!
Un fallo en la conexión wifi, no hace falta más para permitir que un avezado hacker transforme tu existencia en un infierno sin cafeína. Con su experiencia, el Sr. Hron nos advierte, ciertamente con humor, contra un peligro muy real que nos afecta a todos. Y si funciona con una cafetera, dite que la experiencia se puede reproducir con cualquier otro objeto conectado.
Recordemos este casino hackeado a través del termómetro de un acuario, o más aterrador, estos vigilabebés secuestrados por un hacker para observar a los niños en su habitación y susurrarles cosas al oído…
Esperemos que el escenario del Sr. Hron anime a los fabricantes a ser más exigentes en términos de seguridad.